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domingo, 29 de mayo de 2011

¿Y si le cambiamos el nombre a la Plaza Roca?

No desde antaño, pero si desde un tiempo cerca­no a éste, se ha barajado la posibilidad de cam­biar el nombre a aquella plaza que ha estado, al menos una vez, en la vida de todos los riocuar­tenses.

Los mates con amigos, el festejo de la finalización del colegio, las vueltas en la ex calesita, la belleza de la nueva fuente. Los primeros pasos de al­gún niño que de casualidad aprendió a caminar persiguiendo golondrinas, el golpe de otros que no tuvieron la misma suerte, los padres que rieron o consolaron según el caso. Las veces que hemos pasado caminando por sus veredas, la parada de taxis en sus costados, los bancos que oficiaron de cama para algunos desafortunados que ojala sean cada vez menos. La espera del colectivo con ese libro, con esa persona, incluso solo.

En mayor o menor medida las memorias de muchos ciudadanos pueden evocar recuerdos que contengan ese cuadrado, grande, lleno de árboles, garitas, ex calesita ahora fuente, llamado Plaza Roca.

Lejos de nuestra intención la idea de dar una lección de historia en estas breves páginas, dejamos esa tarea para mentes mejor preparadas y los invitamos a leer el reportaje realizado al profesor Guillermo Ricca sobre la persona de Julio Argentino Roca a partir de la página 7 , y la nota escrita por el magíster Abelardo Barra Ruatta a partir de la página 13 (ambas en esta edición de Destiempos Modernos) donde versan sobre los valores que representa esta personalidad y lo que ha significado su obrar para nuestro país.

En estas hojas, que de a poco se van manchando de tinta, queremos hacer de conocimiento popular un proyecto que ha pasado por muchas manos, pero que para ser justo, necesita que sobre él se alcen muchas voces. Somos nosotros los que esperamos el colectivo en sus paradas, los que compartimos mates en sus asientos, los que caminamos por sus veredas. Somos nosotros los que extrañamos la calesita en la que jugábamos, los que admiramos la belleza de una fuente que una que otra vez hizo de escenario donde tocaron bandas que nos hicieron bailar.

Por eso, ¿No deberíamos ser nosotros también los que discutamos y propongamos el nombre para un símbolo al que de una u otra manera chocamos por su centralidad?.

Que los amantes que caminan de la mano por sus veredas propongan que se llame la plaza del amor. Que aunque algunos desequilibrados di­gan que esta es una dictadura, los agradecidos por la salida de la última dictadura la llamen democracia. Que los defensores de la tradición pro­pongan que el nombre siga siendo el que es. Algunos dirán que no les interesa, otros que debería tener un nombre de un personaje histórico que represente valores que el pueblo necesita, que el pueblo admira, que Río Cuarto humildemente homenajea poniéndole nombre a su principal símbolo.

Que los niños le digan plaza de la libertad (son los que mejor la manifiestan).

Al fin y al cabo, lo que importa es que todos alcemos la voz y digamos qué nombre le pondríamos a un lugar cuyas veredas, árboles, garitas y bancos forman parte de nuestra cotidianeidad, porqué se lo pondríamos y qué valores debería reflejar.

Por eso, te invitamos a que nos hagamos dueños de una propuesta que ha andado por pocas manos pero que involucra a un lugar que ha sido caminado por miles de pies riocuartenses.

Te invitamos a que propongas un nombre a la plaza

Podés mandar tu propuesta a revistaunrc@hotmail.com

Estaremos orgullosos de que en la edición del mes que viene figure una propuesta autentica, de un ciudadano que autén­ticamente ha caminado por el lugar en cuestión y que entre todos, nos hagamos dueños de que el nombre de un lugar que nos pertenece y que nos involucra sea decidido por nosotros.

También te invitamos a que visites nuestro sitio:

www.destiemposmodernos.blogspot.com

y participes en las encuestas que se han originado en torno a este tema.

Por último, te agradecemos por escucharnos y leer­nos, y te pedimos que nos dejes darte las gracias el día de mañana, para que el oído esté de este lado, y la voz, en tus deseos de expresarla.

4 comentarios:

  1. Pasamos de manera frecuente por la Plaza.
    Es un punto de afluencia para los estudiantes, para los gremialistas, para los comerciantes, para los clientes y para los funcionarios públicos entre otros.
    Sin embargo, tomar conciencia de lo que significa que una Plaza se llame Julio Argentino Roca, tomó su tiempo.
    Entendemos que de alguna manera, este nombre estructura sistemas de valores en los cuales se ven representados los ciudadanos de Río Cuarto. Dejar que una institución, un espacio público, o cualquier otra entidad, se llame de esa manera, es avalar (ya sea por ignorancia o desinterés) lo que la historia oficial quiere que nos creamos. Según Osvaldo Bayer, los vencedores se apropiaron de una parte de nuestra historia, tergiversándola e imponiendo un relato. Imponiendo una verdad, que fue legitimada posteriormente por las instituciones económicas, por poderes políticos y por los propios ciudadanos. Nos apropiamos de una historia que nos cuentan incansablemente las escuelas medias de educación centenaria. No es la nuestra ni la verdadera; de una "campaña del desierto" en la cual, el mismo nombre busca justificar la agresión y el genocidio.

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  2. Desde Destiempos Modernos compartimos tu visión, Lucía. Agregaríamos a eso la idea de que es posible luego de una crítica sobre esa apropiación encontrar salidas y pensar nuevas formas de construcción de lo público. Es decir, no solamente deconstruir un relato impuesto, sino ensayar nuevas formas de operar sobre ese espacio público trabajando sobre los aspectos simbólicos que son a su vez aspectos materiales (por ejemplo, el nombre de Roca no genera ninguna contradicción con el monolito de Aramburu presente en la plaza, mientras que si quitáramos ese nombre y planteáramos reivindicaciones de otro signo, ese monolito a un dictador probablemente debería desaparecer del lugar que ocupa). Nos interesa hacer énfasis en la situación modificable de ese estado de cosas, en el llamado a modificarlo que surge luego de comprender que puede ser diferente y las posibilidades a futuro que se aparecen como nuevo horizonte.
    Saludos

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  3. Coincido con lo que decís. Creo importante como primera instancia hacer una deconstrucción precisa y verídica de lo ocurrido a partir del año 1878. Tengo la impresión que, si no se modifica la historia oficial, seguirá circulando el mismo relato forzado e impuesto. Seguirá reproduciéndose de la misma manera en los colegios, en la televisión y en la cultura. Las nuevas formas de construcción de lo social podrán desarrollarse a partir de la producción de sentido de un nuevo discurso, que se legitime paulatinamente tanto en las instituciones como en los ciudadanos, modificando así el imaginario colectivo. La producción discursiva también es una forma de construcción.

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  4. A mi criterio por el estado actual de la situación el cambio debe comenzar primeramente a través de mecanismos ajenos a los de la educación, debido a la participación de la iglesia en la misma un relato verídico parece un tanto utópico, por lo tanto, la sociedad debe buscar mecanismos para hablar de cuestiones que la historia oficial pone debajo de la alfombra, resimbolizar espacios es una manera de demostrar que el pueblo no comparte esa historia oficial iimpuesta por las escuelas y la televisión y es una manera de hacer emerger otra historia que algún día arribará a los formadores de opinión masivos pero que nunca nacerá de ellos. Por eso desde la revista creemos que esta propuesta es importante y que todos debemos participar en la misma para abrir la puerta a la discusión de cuestiones anteriormente vedadas,

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